En una sociedad capitalista, la financiación se ha convertido en una herramienta esencial y poderosa. Sin hipotecas, el mercado inmobiliario sería casi inexistente, y la compraventa de vehículos sin financiación a plazos sería impracticable. Del mismo modo, el desarrollo tecnológico en Occidente no habría sido posible sin la cantidad de pólizas, avales y préstamos otorgados a startups y empresas tecnológicas para sus investigaciones.

En este contexto, los avales juegan un papel crucial. Este instrumento jurídico pueden ser prestado por familiares, empresas o incluso por administraciones públicas, como podría ser el Instituto de Crédito Oficial (ICO).

El término aval, fianza y garantía esencialmente representan lo mismo: asegurar una operación financiera. Una garantía puede ser un inmueble, mientras que un aval puede ser proporcionado por una administración o un familiar del deudor. La garantía es un negocio adicional al negocio jurídico principal, donde un tercero (avalista) se compromete a responder por el cumplimiento de una obligación principal.

Tipos de avales y su ejecución

Podemos diferenciar entre garantías simples, solidarias o independientes:

  1. La garantía simple es la que el avalista tiene el beneficio del fiador: primero el acreedor debe reclamar al deudor principal y obligarle judicialmente para entregar todos sus bienes para satisfacer la obligación. Si no alcanza, irá contra el avalista.
  2. El aval solidario es el que no hay beneficio del fiador: el acreedor puede reclamar a ambos. En este caso el avalista está aún menos protegido, pero el acreedor lo está mucho más. La obligación superpuesta es la misma que la obligación principal, la diferencia es mínima.
  3. En el aval independiente se invierte la carga de la prueba: es aún peor para el avalista, pues debe probar que el deudor principal ha cumplido para rechazar hacer frente a la obligación.

Ejecución de avales en tiempos de crisis

En cualquier caso, tenemos que ser conscientes que los avales a veces relucen al principio, pero al cabo de unos años no es lo que parecen. Por ejemplo, recordemos la situación vivida en la crisis de 2008 y posteriormente en la de 2011-2012. En aquella época las garantías inmobiliarias (las que afianzan el préstamo hipotecario), parecían oro, pues el precio del inmueble siempre subía. Y, sin embargo, aquella situación terminó y acabó explotando.

Actualmente, en 2024, los precios han recuperado su valor. Ello implica que, aquellos que compraron una vivienda en 2008, no ha sido hasta este año cuando han recuperado el valor pagado. De ahí que un aval de muy difícil ejecución es aquel que se afianza sobre un bien en burbuja o un bien cuyo valor está inflado por el mercado.

Además, otra situación que la historia nos ha demostrado que podría ser problemática es que cabe la posibilidad de que los terceros que garantizan operaciones financieras se vuelvan insolventes con el tiempo, lo que hace que los avales sean prácticamente no ejecutables.

Por todo ello, es fundamental que tanto los acreedores como los avalistas sean conscientes de todos estos riesgos y tomen las decisiones acorde a las garantías. La asesoría profesional puede ser de gran ayuda para entender y mitigar estos riesgos. Para cualquier duda o aclaración, GRA Consultores ofrece asesoría profesional y personalizada.